lunes, setiembre 25, 2006

VII. Anasha

La segunda reunión desde mi regreso. Pero esta vez era multitudinaria. Y muy fuerte para mí, porque estaban presentes innumerables espectros que no veía desde épocas remotas, durante la última guerra.

Una de las primeras presencias que pude percibir fue la de Anasha. Ella también me percibió, y nos acercamos. Pude sentir en ese momento cierta perturbación en Seleniyah. Le dije que no se preocupara, que estaba todo bien.

--Me alegra verte-- comenzó ella, no pudiendo contener la alegría.
--A mí también. Gracias por encontrarme.
--Me costó unos cuántos milenios, fue una prioridad para mí. Pero encontré a muchos otros en el camino.

Sonreímos. La recorrí con la mirada. Su espectro era de un color azulado oscuro, con unas estrías blancas que partían de las comisuras de sus ojos amarillos, hasta el extremo de su "cuerpo". Era una Egl. Son los seres más perceptivos de nuestro mundo.

El concejo estaba por empezar. Volví al lado de Seleniyah, que me miró con curiosidad, intentando penetrar mis sentimientos. Pero fue inútil. Yo ya había recuperado a pleno la capacidad de ocultarlos.

El primero que habló fue Thorn, otro Egl. Y uno de los seres más antiguos de nuestro mundo.

--Ya todos sabemos que está por comenzar otro ciclo. Nosotros hemos recuperado a muchos de los nuestros. Pero ellos también han recuperado a mucho de los suyos, y no va a pasar mucho tiempo antes de que empiecen los primeros ataques. Y esta vez bajo una nueva modalidad.--Thorn miró a Anasha, que a su vez tomó la palabra.
--Están buscando a los nuevos, a los más débiles. Y no para condenarlos, sino directamente para destruirlos. Y se están concentrando en los Egl por razones obvias.

Dado el poder que teníamos los más antíguos, era un hecho súmamente excepcional que alguno de nosotros lleguemos a ser destruídos. Sólo los más jóvenes, y entre ellos, los que aún no habían alcanzado nuestro mundo, eran lo suficientemente indefensos. Y cada vez que se destruía a un individuo, el poder del espíritu al que pertenecía se debilitaba, y con él se debilitaban los demás. La estrategia era obvia: atacar a los Egl para debilitarlos y así obstaculizar la búsqueda de los condenados. Sólo la percepción de los Egl era eficiente para encontrarlos.

Thorn volvía a tomar la palabra. En ese momento Anasha se dirigió a mí, confiándome algo que no se podía confiar al concejo, para evitar en lo posible que los Khols se enteren de nuestros movimientos.

--Hay una niña, Lothièn. Tal vez ésta sea su última vida como humana. Está casi preparada para venir a nuestro mundo. Siento que ella es su primer objetivo. Necesito tu ayuda.-- Noté un sentimiento muy peculiar en sus palabras, y pude comprender su origen.
--¿Es una Egl?-- La respuesta era obvia, pero quería saber más del asunto.
--Sí. Y es muy importante para mí...

sábado, setiembre 23, 2006

VI. Egl

El viento era fuerte y muy frío. Pero a Anasha le gustaba. Además cuando el tiempo estaba así podía subir al cerro y hacer lo que tenía que hacer sin que se acercara ningún humano. En esas circunstancias nadie más que ella se atrevía a subir.

Se paró sobre la escalinata de la capilla, observando el horizonte hacia el oeste. El sol estaba por quedar totalmente oculto detrás del mar. O mejor dicho, detrás de la difusa lengua de tierra a unos cuarenta kilómetros de distacia.

Abajo se veía la ciudad del alquimista. Miró hacia el norte. Un cerro que semejaba el lomo de un enorme animal tapaba la visión. Algo más a la izquierda, y más lejos, se veía otro cerro coronado con una enorme cruz, que a la distancia parecía muy pequeña.

Anasha se aseguró que no sentía la presencia de ningún humano. Se irguió hacia el oeste, estiró sus brazos hacia los lados, en forma de cruz, y espero el primer golpe de viento frontal.

Cuando éste llegó, Anasha se inclinó hacia adelante. Parecía que iba a perder el punto de apoyo y precipitarse hacia el vacío, cuando su cuerpo de forma humana comenzó a transformarse rápidamente. Y el mismo viento sostuvo todo el peso de su cuerpo, al encontrar la resistencia de unas enormes alas pardas emplumadas que ya no eran brazos.

La transformación se completó y el cuerpo de un ave de gran tamaño se elevó por acción del fuerte movimiento de aire. Tomó velocidad lanzándose en picada hacia abajo, en paralelo a la ladera del cerro. Este ejercicio la deleitaba. Luego se elevó a gran altura, y comenzó su vuelo hacia poniente.

Atrás, cerca de la capilla, una niña de unos 10 años había quedado algo asombrada luego de asistir a semejante espectáculo. Una hora después, ya había bajado del cerro y entraba a su casa. Su padre miraba la televisión en el living.

Se sentó a su lado y lo abrazó. Él hizo lo mismo sin despegar la mirada de su objeto de atención. Luego de unos minutos en silencio, llama la atención de su padre.

--Papá, ¿qué es un egl?
--¿Un qué?
--Un egl.
--¿Águila?
--No, egl.
--No sé, mi amor. ¿Dónde viste esa palabra?

Pensó un momento la respuesta. No la sabía. Sólo sabía que esa palabra le había retumbado en la cabeza, junto con varias imágenes que no sabía cómo describir, cuando estaba en lo alto del cerro a unos metros de aquella extraña mujer que luego...

--No sé, se me ocurrió. No importa.

Se despegó de su padre y se fue a sentar junto al hogar. Se quedó pensando mientras miraba el fuego y sentía el calor en su rostro.

--¿Te pasa algo, Andreia?-- Preguntó su padre. --Estás rara.
--Sí, todo bien, papá.

lunes, setiembre 04, 2006

V. El uno

--Algo que me llama la atención de los humanos es su incesante búsqueda de una razón única.
--¿Cómo es eso, Lóthian?
--Generalmente creen en un Dios único que todo lo hizo. O buscan una teoría de la cual se desprendan el resto de las teorías. Siempre buscan una idea unificante de la sociedad, como un lider, un príncipe, un Estado. Y piensan que la forma de dirimir sus diferencias y evitar que haya más guerras es a través de un Estado universal.

Nos sumimos en un breve silencio reflexivo. Seleniyah pensó

--Parece que los humanos no toleran bien la diversidad, la multiplicidad de fuerzas, de ideas, de factores.
--Eso creo. Creen además en algo llamado Democracia, en el que una parte de una sociedad le impone al resto sus ideas y el orden político que mejor le parece. Lo legitiman a través de una ceremonia en el que cada individuo vota por tal o cual programa de gobierno. Y lo más extraño es que los que pierden generalmente se someten a la idea triunfadora. Y si no se someten, de todas formas buscan por medios alternativos que su idea triunfe, pero no para ellos mismos sólamente, sino también para los demás.
--Nuestro mundo ha sido amenazado en el pasado por todas esas ideologías totalizantes.
--Sí, lo recuerdo. Hace tanto tiempo de eso... Y sin embargo, es posible que se estén acercando malos tiempos nuevamente.
--Volvamos con los otros a ver qué noticias tienen.