sábado, mayo 20, 2006

III. Destino

--¿crees en el destino?
--El destino...eso es un concepto humano, Lothian.-- me respondió ella. --Aún estás muy contaminado por sus ideas.
--Está bien. Pero creo que vivir entre los humanos me ha dado otras perspectivas nada desdeñables.
--No lo dudo, y me gustaría conversar de eso más adelante.

Volábamos juntos, como lo hacíamos en un remoto pasado, recorriendo nuestro y otros mundos, deslizándonos suave pero muy velozmente. Es una sensación hermosa estar con ella. Y esta sensación fue la que me hizo pensar en el destino. Insistí.

--Pienso en esto -- dije, luego de unos momentos en silencio y mutua observación--. Para mí es una sensación única estar a tu lado. Pero ¿qué hubiera pasado si nunca nos hubiésemos conocido? ¿hubiera sentido lo mismo por otra anlueh?...¿Por qué precisamente contigo? Es como si algo más allá de nuestro control nos hubiera conducido indefectiblemente a este estado de nuestras vidas.
--Te entiendo. Pero yo prefiero no pensar en esos términos. Si nuestras vidas están dirigidas, no sirve de nada saberlo. No cambia nada. Prefiero pensar que somos libres de cualquier fuerza más allá de nuestra comprensión o concepción.
--Entre los humanos, aquellos grupos con un conocimiento más primitivo de las fuerzas de su universo son los más propensos a creer en el destino. Supongo que es así porque son los más vulnerables a esas fuerzas fuera de su comprensión y a tener que resignarse a sus efectos.
--Es interesante.-- respondió Selenyhah -- Pero aunque no tengamos un conocimiento completo de por qué nos sucede lo que nos sucede, igual podemos no creer en el destino, y en cambio creer simplemente eso: que hay fuerzas que no conocemos y que por lo tanto no controlamos.

La escuchaba, mientras observaba deleitado sus delgadísimas estrías blancas que recorrían en toda su longitud su espectro oscuro y semitransparente y hacían resaltar sus formas. Una variación individual que la caracteriza entre los demás.

--Ahora que lo pienso, yo diría que no tiene tanto que ver con fuerzas que no conocemos sino con fuerzas con un propósito determinado.-- agregué--. Es decir, estamos sujetos a leyes de nuestro mundo que no podemos violar, aunque podemos aprovechar a nuestro favor. Pero el hecho de que no podamos violar esas leyes no las hace susceptibles de llamarlas fuerzas del destino. Para poder llamarlas así, deben ser fuerzas con un propósito particular.

Luego de pensarlo un momento, Selenyhah respondió.

--Si, creo que tienes razón. Pero igualmente mientras no podamos saber si las fuerzas del Universo actúan en sí mismas con un propósito o fin, no sirve de nada pensar en que lo tienen. No cambia nada en nuestra vida práctica. Lo mejor es pensar que no lo tienen y actuar en consecuencia.

Acabábamos de atravesar una nube de diberediat, que en términos humanos podríamos describir como árboles flotantes que enraizan en gubneit, esas pequeñas fluctuaciones energéticas que inundan nuestro mundo, y de las cuales nosotros también nos alimentamos.

--Y podemos pensar que las leyes y fuerzas que conocemos en realidad no responden a ningún propósito. Pues si fuera así entonces no serían tan regulares al punto de concebirlas como leyes. Si alguna fuerza fuera consciente de sí misma y tuviera sus propios propósitos, entonces sería tan caprichosa que no la reconoceríamos como tal.

--La reconoceríamos como un ser más en nuestro mundo. Pues nosotros somos eso: fuerzas conscientes que tenemos nuestros propios propósitos. Nuestras acciones no pueden ser concebidas en términos de leyes. Al menos no completamente. Pues hay fuerzas que surgen desde dentro de nosotros que no podemos controlar totalmente. Por ejemplo, nuestras emociones.

--Y entonces creer en el destino sería creer en seres de los cuales no tenemos conocimiento y que gobiernan en mayor o menor grado nuestras vidas...

Selenyhah comenzó a sentirse agobiada.

--Suficiente por hoy. ¿Vamos a comer?

--¡Buena idea! --respondí-- Allí hay un lago de gubneit. Y parece muy apetitoso.

Fundimos nuestros espectros en uno y avanzamos hacia el lago a una velocidad que en el mundo humano parecería imposible. Nos sumergimos en él y comenzamos a alimentarnos con un placer que acompañó el éxtasis de la emoción más perfecta del Universo: el amor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Destino... amor...(no humanos) me recorre un escalofrio ... (es lo que vuelve humana otra vez)
Todo eso me paso, en lo que me llevo leerlo.
Aplausos!
QUe bueno que volvio al mundo sensible!!! jajaj
PEro arriba el animo! acuerdese que es lobo, no perro, jajaj
adios

Wolvh Lórien dijo...

Y bueno, a veces la falta de ánimo y la depre causan inspiración...jjaja!!

Floricienta dijo...

pase para ver como estaba el lobo!!!! te dejo uno besos muy dulces sobre la frente para que sigas tu camino

Wolvh Lórien dijo...

muchas gracias flori! :) le dedico un concierto de aullidos en respuesta