No tengo idea de quién es este relato, pero lo había leído hace años, lo estuve buscando mucho tiempo por la web, pregunté a personas que estoy seguro lo tenían que conocer, pero nadie lo recordaba.
Hoy finalmente lo encontré en la web con la cadena de búsqueda correcta.
No sé si no estará inspirado en la novela de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray.
Espejo de Cuerpo Entero
Hoy subí al viejo desván, son ya cuatro años desde que olvidé ahí el espejo. Aún recuerdo la noche en que lo cubrí, estaba dispuesto a romperlo, no me hubieran detenido ni siquiera siete años de mala suerte, pero entonces recordé tu reflejo de cuerpo entero, y decidí olvidar el espejo en este lugar.
Recuerdo aquel viejo anticuario que me lo vendió, lo sacó de un rincón obscuro de aquella tienda, estaba lleno de polvo, y mientras me convencía para comprarlo, me aseguraba que ese espejo no solo reflejaba nuestra imagen en el universo opuesto, sino que también era la puerta a nuestras almas. El anticuario me contó que el espejo provenía de Egipto y era de una antigüedad incalculable.
Pero no fueron las palabras del hombre las que me convencieron a comprar el espejo, fue el extraño brillo que poseía. Brillaba como la primera estrella del anochecer, a la que se supone concede un deseo al que la ve. Aun debajo del polvo, su brillo resaltaba, y su marco de ébano, con los tallados mas extraños y exóticos que la imaginación de su creador podia haber concebido. Lo coloqué en la sala de mi casa, era en extremo pesado, incluso para su tamaño, por lo que tuve que colgarlo con una cadena a la pared, que sería su lugar de reposo final. Extasiado con mi nueva adquisición, pasaba horas y horas fascinado mirándolo desde diferentes ángulos, sin mirarlo nunca de frente. Su marco era perfecto, tenía figuras humanas de mujeres, que sin duda salieron de la inspiración del artista que creo el marco. El detalle era increíble.
Había también muchos rostros, algunos felices, pero otros reflejaban una angustia indescriptible. El vidrio del espejo, era negro, pero las cosas que estaban alrededor se reflejaban nítidamente en él. Una madrugada, luego de una de aquellas noches que parecen no tener fin, llegué a la casa con Rubén , un viejo amigo de mis años de universitario, que estaba por demás intrigado con el espejo, ya que sin una pizca de charlatanería, le conté sobre aquel prodigio de espejo.
La luz de la luna caía sobre él cuando llegamos, y ésta, reflejada en el obscuro cristal del espejo, le daba un aire lúgubre al salón. Entonces encendí las luces y Rubén se puso en frente del espejo. Pude ver su reflejo sobre él, era, como es de esperarse, una copia exacta de mi amigo. Pero de pronto algo pasó. La imagen del espejo sufrió una macabra transformación, su rostro se tornó amarillo, como si el tiempo hubiera pasado en un segundo para mi amigo, en lugar de sus ojos dos cuencas vacías resaltaban en el espejo, y su cuerpo era el de un anciano.
Rubén palideció, y todo el licor que había ingerido junto a mi se evaporó ante esa visión. Entonces retrocedió y yo sentí que un sudor frío atravesaba mi cuerpo, no comprendía que ocurría!! Sólo entonces las palabras del anticuario tuvieron razón para mí, aquel espejo era en verdad la puerta del alma, y pensé que aquel horrendo ser que veía reflejado en el espejo era el alma de mi amigo. Rubén salió presuroso de mi casa, presa de sabe Dios que temores, tal vez huyendo de su conciencia reflejada en el espejo.
Me dijo que no quería volver a saber nada de mí y que clase de broma macabra le había jugado. Fue el primero de muchos que luego me dirían lo mismo.
Espere el amanecer en vela, el recuerdo de lo vivido no me dejó dormir, y miles de pensamientos cruzaban por mi mente a la velocidad de la luz. Cuando llegó el día decidí no mirar mi reflejo en aquel espejo, pero traería gente, a la que yo pensaba se merecía mirar su miseria y miraría el resultado.
Muchos pasaron frente al espejo sacerdotes, poetas, y miré en él la verdad de sus almas, muchos de ellos jamás me volvieron a tratar y otros me tomaron por loco cuando les dije que ese era el reflejo de su alma. Pero jamás olvidaré aquella ocasión en que dí una fiesta en mi casa. Para ello moví el espejo hacia mi estudio, que era, para mí, un cuarto de meditación, y por ello estaba lleno muchos de cirios y candelabros de todo tipo.
Para esto mande fabricar un soporte de madera del mismo color del marco del espejo. Para evitar reflejarme en el mientras lo acomodaba en su nuevo lugar, lo cubrí con esta misma manta negra que ahora estoy a punto de retirar.
La fiesta empezó, llegó toda clase de gente, poetas, publicanos, músicos, vegetarianos pintores e hipócritas, en fin mi casa parecía un mosaico de gente, aquella noche me sentí feliz, pues había un mar de almas para escoger.
Casi al fin de la fiesta, elegí a Santiago, quien era, un puritano a carta cabal, católico, creyente y practicante, filántropo y caritativo como ninguno, y según decían todos, una alma noble.
Fue el último invitado de la fiesta, y para evitar que se retirase, le distraje con preguntas sobre las Sagradas Escrituras, y con algo de polémica en la conversación, conseguí que se quedara a tomar un té. Fue entonces cuando le hablé del espejo.
Le conté del color de su cristal, de su extraño marco y la exactitud de su tallado. Él, extasiado con mi narración me pidió que se lo mostrase.
Entramos al estudio, la obscuridad devoraba el ambiente cuando encendí un cirio que estaba sobre un candelabro y luego procedí igual que con los demás. A la luz del último cirio el cuarto tomo un aspecto de sobriedad, debido tal vez a los cirios y a la multitud de libros que nos rodeaban.
Me adelanté para mostrarle el espejo, pero él insistió en descubrirlo por su cuenta. Esta vez la transformación fue inmediata. Su reflejo era escalofriante, no tardo en parase frente al espejo, cuando su reflejo se transformó en un ser cuya cabeza tenía cuernos, su cuerpo se llenó de escamas , sus piernas desaparecieron y en su lugar aparecieron un par de piernas de cabra.
Un par de alas repugnantes crecieron en su espalda, mientras una horrenda cola se movía detrás de él, al otro lado del espejo.
Hay ocasiones en las que nuestros sentidos nos engañan y las ilusiones toman nuestra alma y nos llevan al borde mismo de la demencia, y la mente de mi amigo sucumbió en aquel mar de rabia.
Tal vez yo fui salvo en ese momento, porque desde hace algún tiempo que mi alma navegaba ya en ese mar de alucinaciones y visiones de lo terrible.
No he vuelto a saber de él, creo que fue internado en alguna institución mental, presa de un descomunal pánico a los espejos, que ninguno de los galenos que le trataron pudieron descubrir.
Cuántas personas descubrieron su verdad, o mejor dicho la recocieron frente aquel extraño cristal, que sólo Dios sabe por quién fue creado, y con qué extraños propósitos.
La locura invadió mi mente, y sentí que la soledad me carcomía lentamente, pero era consciente a pesar de todo que yo mismo me la busqué, al mostrarles a ellos mi obscura posesión. En medio de esos extraños reflejos que la soledad puso en mi mente, llegaste Tú. Cuánta alegría llego a mí, cuánta paz le diste a mi vida, pero me dí cuenta tarde que tan solo eras un espejismo en mi mente.
Dejé el espejo en mi estudio y siempre lo mantuve cubierto. Desde el día mismo en que llegaste a mi vida juré nunca más mostrárselo a nadie, y lo cumplí.
Pero un día quiso la fatalidad que tu entraras por accidente al estudio. Sentiste curiosidad por aquel extraño bulto y lo descubriste. Fue tarde ya cuando entré. Tu estabas frente al espejo, y yo asustado corrí hacia tí y miré tu reflejo de cuerpo entero. Eras Tú , solo Tú, tan pura y tan real como solo a tí te pude sentir, tu rostro se veía perfecto en el reflejo, tu sonrisa se veía tan hermosa como tu cuerpo, y dentro del marco, parecías una de las mas hermosas ninfas de la pintura renacentista.
Fue entonces cuando tocaste el espejo, y este empezo a brillar con luz propia, era blanca y bañaba todo tu ser. Noté horrorizado cómo poco a poco el espejo te absorbía, oh Dios! luché por llegar hacia ti, pero una fuerza extraña me impedía moverme desde el lugar en el que estaba. Cuánta luz había en el cuarto mientras tu desapareciste al otro lado del espejo.
No se por qué hoy decidí ver mi reflejo, tal vez espero que aquella extraña fuerza me arrastre y me lleve junto a tí. Ahora he descubierto el espejo, y llevo ya mucho rato frente a él, pero no entiendo!, Dios! No se que ocurre! Por mas que me esfuerzo no puedo ver mi reflejo en el espejo!
viernes, mayo 22, 2009
miércoles, julio 04, 2007
IX. Selva
De un instante al otro, el terror cedió su lugar a la sopresa. Cuatro grandes ojos detrás de dos caritas muy sucias. Una pesada puerta metálica acababa de cerrarse tras ellos, y como por arte de magia, los gritos y la violencia del otro lado habían desaparecido.
Si no fuera por lo que estaban viendo, su mente les habría dictado que estaban en un bunker enterrado en la arena del desierto de su mundo. Pero lo que descubrieron una vez atravesada la puerta, fue otra cosa. Habían quedado paralizados a dos pasos de ella, olvidando instantáneamente que los estaban siguiendo a matar, y la tragedia que había precedido a la persecusión.
Nimmi fue la primera en reaccionar. Despertó de su alucinación, miró hacia atrás buscando la puerta cerrada detrás suyo, pero no la encontró. Había sí una puerta, pero más lejos de lo que debía estar, no era de metal, ni tampoco era del tamaño de aquella por la cual habían entrado...¿habían entrado? Estaba confundida. Haku también. Repitió el mismo gesto que Nimmi, pero no se detuvo a pensar en el problema de la puerta. Se volvió a observar nuevamente el primer espectáculo que vieron una vez que ingresaron a ese lugar.
Frente a ellos, casi rodeándolos, había un gran ventanal panorámico. Más lejos, del otro lado, la visión estaba dominada por una enorme estructura de acero y cristal. El resto del cuadro lo completaba un cielo más azul que el que habían visto nunca. La luz que le daba vida a la imagen y al interior del recinto en el que se encontraban, era mucho más blanca y luminosa que la de su mundo.
Haku se acercó al ventanal. Nimmi, más temerosa, prefirió seguir contemplando el paisaje desde el lugar en el que estaba. Haku se descubre ahora en medio de una selva de estructuras similares a las que domina el escenario. El patrón se repite en todas las direcciones hasta donde su vista alcanza a ver. Pronto sospecha que se encuentra dentro de una de esas moles. Explora el ventanal y encuentra la forma de abrir una de sus hojas.
La fría corriente de aire que se estableció dentro del amplio espacio en el que se encontraban, provocó en Nimmi el reflejo de cerrar los ojos y cruzar sus bracitos para protegerse. Viendo que su hermano ya estaba sacando su cabeza hacia afuera y mirando hacia abajo, la curiosidad infantil venció al temor y entonces ella también se acercó.
--Ven Nimmi-- le decía en ese momento Haku en su dialecto. Cuando terminaba de decir estas palabras, Nimmi ya estaba a su lado. Sacó a su vez su cabeza y miró hacia abajo. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Abajo, muy abajo, se veían dos densas corrientes de vehículos pequeñitos, una al lado de la otra, moviéndose en sentidos opuestos. También se veían personas. ¡Muchas personas! ¡Miles! Tan absortos estaban con el nuevo mundo que descubrían que no parecían sentir el aire frío que atacaba sus rostros.
Estuvieron quién sabe cuánto tiempo curioseando el exterior, que aquel enorme edificio en forma de aguja, que creo que se podía ver una montaña muy a lo lejos, que se veía gente en el edificio de enfrente, que empezaba a verse el sol encima de ellos, que aquellos puentes lejanos debajo de los cuales corría un hilo plateado de... ¡agua!...
Así que cuando se aburrieron de explorar el mundo exterior a la distancia, la curiosidad los llevó a explorar el interior del lugar en el que se encontraban, y a tocar y mover cuanto objeto encontraban. No habían muchos objetos para tocar. Todo daba la sensación de que esa casa no se usaba mucho. Pero lo que más les llamó la atención fue la limpieza y el brillo de todo.
Pronto los empezó a invadir el sueño, y se recostaron abrazados en un sofá bajo los ventanales. El ambiente dentro de la casa estaba mucho más frío que al principio. Estaban muy cansados por todo lo que les había ocurrido en tan poco tiempo, y en ese momento no estaban pensando en qué iba a pasar, por qué estaban ahí, si tenían que esperar algo en ese lugar donde estaban sólamente ellos, sin ningún adulto. Sólo se abrazaron, y se durmieron...
Había pasado tal vez un par de horas, cuando se despertaron sobresaltados por un ruido. Ahí estaba el hombre que los había salvado, envuelto en sangre. ¿Por dónde entró? ¿por donde ellos mismos habían entrado hace rato?
El hombre apretó un botón en la pared y de encima de ellos empezó a salir aire caliente. Luego entró a una pieza en donde más temprano habían descubierto que girando un dispositivo, podían obtener un enorme chorro de agua. Pero la habían cerrado rápidamente por miedo a que se consumiera toda.
Si no fuera por lo que estaban viendo, su mente les habría dictado que estaban en un bunker enterrado en la arena del desierto de su mundo. Pero lo que descubrieron una vez atravesada la puerta, fue otra cosa. Habían quedado paralizados a dos pasos de ella, olvidando instantáneamente que los estaban siguiendo a matar, y la tragedia que había precedido a la persecusión.
Nimmi fue la primera en reaccionar. Despertó de su alucinación, miró hacia atrás buscando la puerta cerrada detrás suyo, pero no la encontró. Había sí una puerta, pero más lejos de lo que debía estar, no era de metal, ni tampoco era del tamaño de aquella por la cual habían entrado...¿habían entrado? Estaba confundida. Haku también. Repitió el mismo gesto que Nimmi, pero no se detuvo a pensar en el problema de la puerta. Se volvió a observar nuevamente el primer espectáculo que vieron una vez que ingresaron a ese lugar.
Frente a ellos, casi rodeándolos, había un gran ventanal panorámico. Más lejos, del otro lado, la visión estaba dominada por una enorme estructura de acero y cristal. El resto del cuadro lo completaba un cielo más azul que el que habían visto nunca. La luz que le daba vida a la imagen y al interior del recinto en el que se encontraban, era mucho más blanca y luminosa que la de su mundo.
Haku se acercó al ventanal. Nimmi, más temerosa, prefirió seguir contemplando el paisaje desde el lugar en el que estaba. Haku se descubre ahora en medio de una selva de estructuras similares a las que domina el escenario. El patrón se repite en todas las direcciones hasta donde su vista alcanza a ver. Pronto sospecha que se encuentra dentro de una de esas moles. Explora el ventanal y encuentra la forma de abrir una de sus hojas.
La fría corriente de aire que se estableció dentro del amplio espacio en el que se encontraban, provocó en Nimmi el reflejo de cerrar los ojos y cruzar sus bracitos para protegerse. Viendo que su hermano ya estaba sacando su cabeza hacia afuera y mirando hacia abajo, la curiosidad infantil venció al temor y entonces ella también se acercó.
--Ven Nimmi-- le decía en ese momento Haku en su dialecto. Cuando terminaba de decir estas palabras, Nimmi ya estaba a su lado. Sacó a su vez su cabeza y miró hacia abajo. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Abajo, muy abajo, se veían dos densas corrientes de vehículos pequeñitos, una al lado de la otra, moviéndose en sentidos opuestos. También se veían personas. ¡Muchas personas! ¡Miles! Tan absortos estaban con el nuevo mundo que descubrían que no parecían sentir el aire frío que atacaba sus rostros.
Estuvieron quién sabe cuánto tiempo curioseando el exterior, que aquel enorme edificio en forma de aguja, que creo que se podía ver una montaña muy a lo lejos, que se veía gente en el edificio de enfrente, que empezaba a verse el sol encima de ellos, que aquellos puentes lejanos debajo de los cuales corría un hilo plateado de... ¡agua!...
Así que cuando se aburrieron de explorar el mundo exterior a la distancia, la curiosidad los llevó a explorar el interior del lugar en el que se encontraban, y a tocar y mover cuanto objeto encontraban. No habían muchos objetos para tocar. Todo daba la sensación de que esa casa no se usaba mucho. Pero lo que más les llamó la atención fue la limpieza y el brillo de todo.
Pronto los empezó a invadir el sueño, y se recostaron abrazados en un sofá bajo los ventanales. El ambiente dentro de la casa estaba mucho más frío que al principio. Estaban muy cansados por todo lo que les había ocurrido en tan poco tiempo, y en ese momento no estaban pensando en qué iba a pasar, por qué estaban ahí, si tenían que esperar algo en ese lugar donde estaban sólamente ellos, sin ningún adulto. Sólo se abrazaron, y se durmieron...
Había pasado tal vez un par de horas, cuando se despertaron sobresaltados por un ruido. Ahí estaba el hombre que los había salvado, envuelto en sangre. ¿Por dónde entró? ¿por donde ellos mismos habían entrado hace rato?
El hombre apretó un botón en la pared y de encima de ellos empezó a salir aire caliente. Luego entró a una pieza en donde más temprano habían descubierto que girando un dispositivo, podían obtener un enorme chorro de agua. Pero la habían cerrado rápidamente por miedo a que se consumiera toda.
lunes, abril 30, 2007
Epica en Uruguay III
Agradezco a fabian por este video, tomado ayer en el concierto de Epica en Montevideo:
Obviamente no se escucha bien, pero se transmiten las sensaciones. El tema es Seif Al Din. Yo estaba por ahi adelante, así que uno de los brazos que se ven debe ser el mío!
Obviamente no se escucha bien, pero se transmiten las sensaciones. El tema es Seif Al Din. Yo estaba por ahi adelante, así que uno de los brazos que se ven debe ser el mío!
Epica en Uruguay II
Antes que nada el hecho merece una explicación: ¿Una banda como Epica ofreció un concierto con entrada libre... y en Uruguay?
Bueno, el show fue auspiciado por Katoen Natie, una empresa de origen holandés, con motivo de la inauguración de la nueva terminal de contenedores del puerto de Montevideo, que va a ser construida por dicha empresa. Entonces se entiende. En caso contrario nunca hubieramos tenido en Uruguay un concierto de esa naturaleza y en esas condiciones. Fue algo que quién sabe cuándo se va a volver a ver. Como que a una pequeña línea en el planeta le alcance un eclipse solar total. Como una alineación planetaria que sólo ocurre cada mil años.
No sé si será cierto, pero oí que la cosa también viene por el lado de que uno de los presidentes de Katoen Natie es familiar de un integrante de la banda. Lo que multiplicó las probabilidades.
Lamentablemente el escenario fue montado con problemas de sonido, lo que no tiene nada que ver con Epica, sino con la mala organización del sonido por parte de quienes lo montaron, ya que todos los grupos que pasaron antes que Epica tuvieron el mismo problema. Pero a pesar de eso no se pudo apagar la emoción de ver a pocos metros a toda la banda, incluyendo a Simone Simons, con una belleza muy particular. Pelirroja, de cabellera muy larga, con una piel blanca y uniforme que parecía de porcelana (ohh qué poético). Contrastaba con el negro de su indumentaria. Pantalones de cuero, botas, y un vestido con un interesante escote.
Pero volvamos a lo musical. Fueron muy generosos en los temas. Deben haber tocado entre diez y quince temas, del primer y segundo disco. Y un tema que es del disco nuevo (que aún no salió, pero ya está anunciado). Haciendo memoria, empezaron el concierto con Sensorium, y siguieron (no los menciono en orden porque no me lo acuerdo) con Cry for The Moon, The Phantom Agony, Illusive Consensus, Facade of Reality y alguno más. Eso para mencionar a los temas del primer disco (The Phantom Agony). Del Consign to Oblivion fue el tema del mismo nombre, Quietus, Mother of Light, The Last Crusade, y alguno más que no recuerdo.
Me sorprendió la cantidad de gente que fue a ver a Epica. No pensé que fuera tan conocido en el medio uruguayo. No fue la gran cosa en ese sentido, pero deben haber sido al menos docientas personas. Hay que sumar, claro está, las miles de personas que fueron a ver a los shows previos, o las que simplemente no tenían nada que hacer la tarde del domingo y se acercaron. Pero adelante de todo (yo estaba en primera fila), estábamos la fauna que llegamos ahí sólo por Epica.
El show inició a la tardecita temprano, con Jorge Nasser, que no ofreció nada nuevo. Los mismos temas que cantaba hace diez años. Incluso hasta parecía que él mismo estaba aburrido de cantarlos. Luego vino Rossana Tadei, más innovadora, más joven. Canta bien, lindo, con energía. Pero su música es más adecuada para cantar en un pub, en un ambiente íntimo, que en un espectáculo al aire libre. En tercer lugar, la murga Agarrate Catalina, con el espectáculo del último carnaval de febrero.
Y al final, cuando llegó Epica al escenario, hacia la nochecita, empezó el agite. Hasta ese momento pensé que los que habíamos venido a verlos eran no más que algunas decenas. Pero desde no se dónde se vino la avalancha, y los que sobraban, los que habían venido por los otros motivos, fueron expulsados hacia atrás sin piedad. A partir de ahí y hasta que terminó todo, sentí la presión comprimiendo mi esqueleto. Pero nadie me pudo sacar de tan privilegiado lugar. Saqué varias fotos, pero por desgracia todas salieron mal, debido a que era imposible mantener quieta la cámara, y debido a que no había suficiente luz para sacar fotos en exposición rápida.
Si alguien que haya participado del evento pudo sacar buenas fotos o algún videito, y está leyendo esto, por favor que me mande por mail. Vi gente que disponía de buenas cámaras y seguro lograron buenas fotos.
A mí lo único que masomenos me salió bien fue un cortito video de 38 segundos que voy a ver si puedo subir al blog.
Habrá que ir a verlos en serio en Buenos Aires en su próximo tour.
Bueno, el show fue auspiciado por Katoen Natie, una empresa de origen holandés, con motivo de la inauguración de la nueva terminal de contenedores del puerto de Montevideo, que va a ser construida por dicha empresa. Entonces se entiende. En caso contrario nunca hubieramos tenido en Uruguay un concierto de esa naturaleza y en esas condiciones. Fue algo que quién sabe cuándo se va a volver a ver. Como que a una pequeña línea en el planeta le alcance un eclipse solar total. Como una alineación planetaria que sólo ocurre cada mil años.
No sé si será cierto, pero oí que la cosa también viene por el lado de que uno de los presidentes de Katoen Natie es familiar de un integrante de la banda. Lo que multiplicó las probabilidades.
Lamentablemente el escenario fue montado con problemas de sonido, lo que no tiene nada que ver con Epica, sino con la mala organización del sonido por parte de quienes lo montaron, ya que todos los grupos que pasaron antes que Epica tuvieron el mismo problema. Pero a pesar de eso no se pudo apagar la emoción de ver a pocos metros a toda la banda, incluyendo a Simone Simons, con una belleza muy particular. Pelirroja, de cabellera muy larga, con una piel blanca y uniforme que parecía de porcelana (ohh qué poético). Contrastaba con el negro de su indumentaria. Pantalones de cuero, botas, y un vestido con un interesante escote.
Pero volvamos a lo musical. Fueron muy generosos en los temas. Deben haber tocado entre diez y quince temas, del primer y segundo disco. Y un tema que es del disco nuevo (que aún no salió, pero ya está anunciado). Haciendo memoria, empezaron el concierto con Sensorium, y siguieron (no los menciono en orden porque no me lo acuerdo) con Cry for The Moon, The Phantom Agony, Illusive Consensus, Facade of Reality y alguno más. Eso para mencionar a los temas del primer disco (The Phantom Agony). Del Consign to Oblivion fue el tema del mismo nombre, Quietus, Mother of Light, The Last Crusade, y alguno más que no recuerdo.
Me sorprendió la cantidad de gente que fue a ver a Epica. No pensé que fuera tan conocido en el medio uruguayo. No fue la gran cosa en ese sentido, pero deben haber sido al menos docientas personas. Hay que sumar, claro está, las miles de personas que fueron a ver a los shows previos, o las que simplemente no tenían nada que hacer la tarde del domingo y se acercaron. Pero adelante de todo (yo estaba en primera fila), estábamos la fauna que llegamos ahí sólo por Epica.
El show inició a la tardecita temprano, con Jorge Nasser, que no ofreció nada nuevo. Los mismos temas que cantaba hace diez años. Incluso hasta parecía que él mismo estaba aburrido de cantarlos. Luego vino Rossana Tadei, más innovadora, más joven. Canta bien, lindo, con energía. Pero su música es más adecuada para cantar en un pub, en un ambiente íntimo, que en un espectáculo al aire libre. En tercer lugar, la murga Agarrate Catalina, con el espectáculo del último carnaval de febrero.
Y al final, cuando llegó Epica al escenario, hacia la nochecita, empezó el agite. Hasta ese momento pensé que los que habíamos venido a verlos eran no más que algunas decenas. Pero desde no se dónde se vino la avalancha, y los que sobraban, los que habían venido por los otros motivos, fueron expulsados hacia atrás sin piedad. A partir de ahí y hasta que terminó todo, sentí la presión comprimiendo mi esqueleto. Pero nadie me pudo sacar de tan privilegiado lugar. Saqué varias fotos, pero por desgracia todas salieron mal, debido a que era imposible mantener quieta la cámara, y debido a que no había suficiente luz para sacar fotos en exposición rápida.
Si alguien que haya participado del evento pudo sacar buenas fotos o algún videito, y está leyendo esto, por favor que me mande por mail. Vi gente que disponía de buenas cámaras y seguro lograron buenas fotos.
A mí lo único que masomenos me salió bien fue un cortito video de 38 segundos que voy a ver si puedo subir al blog.
Habrá que ir a verlos en serio en Buenos Aires en su próximo tour.
lunes, abril 23, 2007
Epica en Uruguay!
Este domingo 29 de abril, en su primer actuación del tour 2007 en sudamérica. Junto con Jorge Nasser y Rossana Taddei y Agarrate Catalina. Una mezcla heterogénea si las hay...
Anuncio en la página de Epica. Pero vi hoy los carteles en la calle.
El lunes 30 toca en argentina, en el ND Ateneo. Pero por lo visto van a volver a sudamérica para un tour completo.
Anuncio en la página de Epica. Pero vi hoy los carteles en la calle.
El lunes 30 toca en argentina, en el ND Ateneo. Pero por lo visto van a volver a sudamérica para un tour completo.
martes, marzo 13, 2007
viernes, enero 26, 2007
The Carpenter (Nightwish)
Nigthwish: lo más grande que hay.
Qué cara de pendeja que tenía Tarja aquí. Es de los primeros videos de la banda.
sábado, enero 13, 2007
Reunión de la Sociedad Libertaria en Buenos Aires
Bueno, aquí tienen una versión, un tanto fantástica, de nuestra primer reunión libertaria en Buenos Aires, con Diego Goldman, MarcosKtulu, Lord Khyron y yo. Lástima que faltaron algunos.
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martes, octubre 17, 2006
el monstruo de loch ness: misterio resuelto
lunes, octubre 16, 2006
Walking in the Air (Nightwish - Oceanborn)
We're walking in the air
We're floating in the moonlit sky
The people far below are sleeping as we fly
I'm holding very tight
I'm riding in the midnight blue
I'm finding I can fly so high above with you
Far across the world
The villages go by like trees
The rivers and the hills
The forests and the streams
Children gaze open mouth
Taken by surprise
Nobody down below believes their eyes
We're surfing in the air
We're swimming in the frozen sky
We're drifting over icy
Mountains floating by
Suddenly swooping low on an ocean deep
Arousing of a mighty monster from its sleep
We're walking in the air
We're floating in the midnight sky
And everyone who sees us greets us as we fly
We're floating in the moonlit sky
The people far below are sleeping as we fly
I'm holding very tight
I'm riding in the midnight blue
I'm finding I can fly so high above with you
Far across the world
The villages go by like trees
The rivers and the hills
The forests and the streams
Children gaze open mouth
Taken by surprise
Nobody down below believes their eyes
We're surfing in the air
We're swimming in the frozen sky
We're drifting over icy
Mountains floating by
Suddenly swooping low on an ocean deep
Arousing of a mighty monster from its sleep
We're walking in the air
We're floating in the midnight sky
And everyone who sees us greets us as we fly
jueves, octubre 12, 2006
VIII. El Portal
Emsis vivía solo en el desierto desde hace ya tantos años que no recordaba. Algunas circunstancias eran las que lo obligaban a vivir así. Una, que el mundo se había vuelto muy violento desde la catástrofe de su planeta, hace tal vez...¿un siglo? Otras eran algunos de los secretos que guardaba.
Su vehículo todoterreno negro descansaba sobre las rojizas arenas que reflejaban el color del sol, en una depresión de la superficie del desierto que semejaba un cráter de unos cien metros de diámetro.
Muchas veces se preguntaba por qué vivía ahí, en ese "cráter" de arena, cuando fácilmente podía vivir en el ambiente que se le antojara. Pero siempre se respondía lo mismo: era ese ambiente el que le gustaba, y la soledad no le molestaba. Al fin y al cabo ya se había acostumbrado a ella, y a la libertad que le daba. ¿O tal vez había sufrido mucho el contacto con sus semejantes?
A pesar de su edad, parecía tener apenas unos treinta años. Tenía una larga cabellera negra y barba abundante, del mismo color. Altura media y una buena estructura muscular. Sólo vestía un boxer y un calzado de cuero para proteger los pies del calor de la arena.
Hoy parecía que iba a ser un día más de tranquilidad. Esperaba a la noche para hacer sus observaciones astronómicas rutinarias. En dos horas más el sol se ocultaría. En el momento en que esto sucediera, de un minuto a otro el tórrido aire se convertiría en un frío insoportable que obligaba a llevar gruesos abrigos de piel y taparse el rostro.
Emsis sintió unos gritos de guerra que venían de algún punto más allá de los muros de la depresión, a su derecha. Cuando miró en esa dirección, un niño y una niña ya estaban descendiendo por la ladera del cráter, a unos cuarenta metros de distancia. Corrían desesperados, escapando.
Cuando lo vieron cambiaron su dirección y se volvieron hacia él. Los gritos se seguían escuchando, cada vez más fuertes. Aún no se veía a los individuos que los emitían. Pero Emsis reconoció el dialecto. ¿Qué hacían tan lejos de su pueblo? Introdujo una llave en una cerradura, acercó un ojo al detector de retina, abrió el portal, y le hizo señas a los niños para que se introdujeran en él. Instantes después una decena de individuos aparecieron en el umbral de la depresión.
Ya estaban a distancia de tiro de sus primitivas armas. Emsis corrió a su vehículo y tomó una pistola. Luego volvió hacia el portal y comenzó a disparar hacia ellos para darle tiempo a los niños a que se introdujeran en él.
Tres de los perseguidores cayeron. Los niños alcanzaron el interior del portal. Emsis lo cerró rápidamente, pero no le dió tiempo para asegurarlo. Una lanza había atravesado su corazón y su cuerpo se desplomó en la arena.
Los perseguidores miraban con sorpresa lo que había a su alrededor: los únicos artefactos tecnológicos que habían visto en sus vidas ya no funcionaban. Pertenecían a épocas anteriores a ellos. Uno abrió el portal. Se quedó anonadado: del otro lado sólo estaba la pared de arena del cráter. Se miraron entre sí. Miraron al individuo muerto que yacía junto a la puerta, con una lanza atravesada. Uno de ellos le quitó el arma que tenía en su mano, la miró y apretó el gatillo disparando hacia el vacío, con un fuerte estruendo que hizo que los demás se alejaran unos pasos. Ya había visto armas similares, oxidadas y sin proyectiles. Disparó hasta que se vació. Todos se acercaron a él con curiosidad. Y querían jugar también. Pero el juguete ya no funcionaba.
Decidieron que ya no tenían más nada que hacer ahí. Ni siquiera sabían cómo utilizar el vehículo. Así que se volvieron sobre sus pasos, llevándose consigo a sus muertos.
Media hora después Emsis reaccionaba. Se quitó con gran trabajo la lanza de su cuerpo, sintiendo un enorme dolor al que ya estaba acostumbrado, y volvió a desvanecerse. Casi tres horas después, volvió a despertarse, sintiendo un frío que le quemaba el cuerpo. Ya había llegado la hiriente noche del desierto. Casi en un reflejo corrió hacia el vehículo y se abrigó. Luego empezó a recordar todo lo que había sucedido...¡los niños!
Volvió hacia el portal, lo cerró, giró una cerradura. Luego otra. Lo abrió, se introdujo y lo cerró detrás de él. Los vió, asustados.
Emsis los dejó un momento y fue a lavarse la sangre seca en su cuerpo. Sus tejidos se habían regenerado totalmente. No quedaban ni cicatrices de la mortal herida.
Su vehículo todoterreno negro descansaba sobre las rojizas arenas que reflejaban el color del sol, en una depresión de la superficie del desierto que semejaba un cráter de unos cien metros de diámetro.
Muchas veces se preguntaba por qué vivía ahí, en ese "cráter" de arena, cuando fácilmente podía vivir en el ambiente que se le antojara. Pero siempre se respondía lo mismo: era ese ambiente el que le gustaba, y la soledad no le molestaba. Al fin y al cabo ya se había acostumbrado a ella, y a la libertad que le daba. ¿O tal vez había sufrido mucho el contacto con sus semejantes?
A pesar de su edad, parecía tener apenas unos treinta años. Tenía una larga cabellera negra y barba abundante, del mismo color. Altura media y una buena estructura muscular. Sólo vestía un boxer y un calzado de cuero para proteger los pies del calor de la arena.
Hoy parecía que iba a ser un día más de tranquilidad. Esperaba a la noche para hacer sus observaciones astronómicas rutinarias. En dos horas más el sol se ocultaría. En el momento en que esto sucediera, de un minuto a otro el tórrido aire se convertiría en un frío insoportable que obligaba a llevar gruesos abrigos de piel y taparse el rostro.
Emsis sintió unos gritos de guerra que venían de algún punto más allá de los muros de la depresión, a su derecha. Cuando miró en esa dirección, un niño y una niña ya estaban descendiendo por la ladera del cráter, a unos cuarenta metros de distancia. Corrían desesperados, escapando.
Cuando lo vieron cambiaron su dirección y se volvieron hacia él. Los gritos se seguían escuchando, cada vez más fuertes. Aún no se veía a los individuos que los emitían. Pero Emsis reconoció el dialecto. ¿Qué hacían tan lejos de su pueblo? Introdujo una llave en una cerradura, acercó un ojo al detector de retina, abrió el portal, y le hizo señas a los niños para que se introdujeran en él. Instantes después una decena de individuos aparecieron en el umbral de la depresión.
Ya estaban a distancia de tiro de sus primitivas armas. Emsis corrió a su vehículo y tomó una pistola. Luego volvió hacia el portal y comenzó a disparar hacia ellos para darle tiempo a los niños a que se introdujeran en él.
Tres de los perseguidores cayeron. Los niños alcanzaron el interior del portal. Emsis lo cerró rápidamente, pero no le dió tiempo para asegurarlo. Una lanza había atravesado su corazón y su cuerpo se desplomó en la arena.
Los perseguidores miraban con sorpresa lo que había a su alrededor: los únicos artefactos tecnológicos que habían visto en sus vidas ya no funcionaban. Pertenecían a épocas anteriores a ellos. Uno abrió el portal. Se quedó anonadado: del otro lado sólo estaba la pared de arena del cráter. Se miraron entre sí. Miraron al individuo muerto que yacía junto a la puerta, con una lanza atravesada. Uno de ellos le quitó el arma que tenía en su mano, la miró y apretó el gatillo disparando hacia el vacío, con un fuerte estruendo que hizo que los demás se alejaran unos pasos. Ya había visto armas similares, oxidadas y sin proyectiles. Disparó hasta que se vació. Todos se acercaron a él con curiosidad. Y querían jugar también. Pero el juguete ya no funcionaba.
Decidieron que ya no tenían más nada que hacer ahí. Ni siquiera sabían cómo utilizar el vehículo. Así que se volvieron sobre sus pasos, llevándose consigo a sus muertos.
Media hora después Emsis reaccionaba. Se quitó con gran trabajo la lanza de su cuerpo, sintiendo un enorme dolor al que ya estaba acostumbrado, y volvió a desvanecerse. Casi tres horas después, volvió a despertarse, sintiendo un frío que le quemaba el cuerpo. Ya había llegado la hiriente noche del desierto. Casi en un reflejo corrió hacia el vehículo y se abrigó. Luego empezó a recordar todo lo que había sucedido...¡los niños!
Volvió hacia el portal, lo cerró, giró una cerradura. Luego otra. Lo abrió, se introdujo y lo cerró detrás de él. Los vió, asustados.
Emsis los dejó un momento y fue a lavarse la sangre seca en su cuerpo. Sus tejidos se habían regenerado totalmente. No quedaban ni cicatrices de la mortal herida.
lunes, setiembre 25, 2006
VII. Anasha
La segunda reunión desde mi regreso. Pero esta vez era multitudinaria. Y muy fuerte para mí, porque estaban presentes innumerables espectros que no veía desde épocas remotas, durante la última guerra.
Una de las primeras presencias que pude percibir fue la de Anasha. Ella también me percibió, y nos acercamos. Pude sentir en ese momento cierta perturbación en Seleniyah. Le dije que no se preocupara, que estaba todo bien.
--Me alegra verte-- comenzó ella, no pudiendo contener la alegría.
--A mí también. Gracias por encontrarme.
--Me costó unos cuántos milenios, fue una prioridad para mí. Pero encontré a muchos otros en el camino.
Sonreímos. La recorrí con la mirada. Su espectro era de un color azulado oscuro, con unas estrías blancas que partían de las comisuras de sus ojos amarillos, hasta el extremo de su "cuerpo". Era una Egl. Son los seres más perceptivos de nuestro mundo.
El concejo estaba por empezar. Volví al lado de Seleniyah, que me miró con curiosidad, intentando penetrar mis sentimientos. Pero fue inútil. Yo ya había recuperado a pleno la capacidad de ocultarlos.
El primero que habló fue Thorn, otro Egl. Y uno de los seres más antiguos de nuestro mundo.
--Ya todos sabemos que está por comenzar otro ciclo. Nosotros hemos recuperado a muchos de los nuestros. Pero ellos también han recuperado a mucho de los suyos, y no va a pasar mucho tiempo antes de que empiecen los primeros ataques. Y esta vez bajo una nueva modalidad.--Thorn miró a Anasha, que a su vez tomó la palabra.
--Están buscando a los nuevos, a los más débiles. Y no para condenarlos, sino directamente para destruirlos. Y se están concentrando en los Egl por razones obvias.
Dado el poder que teníamos los más antíguos, era un hecho súmamente excepcional que alguno de nosotros lleguemos a ser destruídos. Sólo los más jóvenes, y entre ellos, los que aún no habían alcanzado nuestro mundo, eran lo suficientemente indefensos. Y cada vez que se destruía a un individuo, el poder del espíritu al que pertenecía se debilitaba, y con él se debilitaban los demás. La estrategia era obvia: atacar a los Egl para debilitarlos y así obstaculizar la búsqueda de los condenados. Sólo la percepción de los Egl era eficiente para encontrarlos.
Thorn volvía a tomar la palabra. En ese momento Anasha se dirigió a mí, confiándome algo que no se podía confiar al concejo, para evitar en lo posible que los Khols se enteren de nuestros movimientos.
--Hay una niña, Lothièn. Tal vez ésta sea su última vida como humana. Está casi preparada para venir a nuestro mundo. Siento que ella es su primer objetivo. Necesito tu ayuda.-- Noté un sentimiento muy peculiar en sus palabras, y pude comprender su origen.
--¿Es una Egl?-- La respuesta era obvia, pero quería saber más del asunto.
--Sí. Y es muy importante para mí...
Una de las primeras presencias que pude percibir fue la de Anasha. Ella también me percibió, y nos acercamos. Pude sentir en ese momento cierta perturbación en Seleniyah. Le dije que no se preocupara, que estaba todo bien.
--Me alegra verte-- comenzó ella, no pudiendo contener la alegría.
--A mí también. Gracias por encontrarme.
--Me costó unos cuántos milenios, fue una prioridad para mí. Pero encontré a muchos otros en el camino.
Sonreímos. La recorrí con la mirada. Su espectro era de un color azulado oscuro, con unas estrías blancas que partían de las comisuras de sus ojos amarillos, hasta el extremo de su "cuerpo". Era una Egl. Son los seres más perceptivos de nuestro mundo.
El concejo estaba por empezar. Volví al lado de Seleniyah, que me miró con curiosidad, intentando penetrar mis sentimientos. Pero fue inútil. Yo ya había recuperado a pleno la capacidad de ocultarlos.
El primero que habló fue Thorn, otro Egl. Y uno de los seres más antiguos de nuestro mundo.
--Ya todos sabemos que está por comenzar otro ciclo. Nosotros hemos recuperado a muchos de los nuestros. Pero ellos también han recuperado a mucho de los suyos, y no va a pasar mucho tiempo antes de que empiecen los primeros ataques. Y esta vez bajo una nueva modalidad.--Thorn miró a Anasha, que a su vez tomó la palabra.
--Están buscando a los nuevos, a los más débiles. Y no para condenarlos, sino directamente para destruirlos. Y se están concentrando en los Egl por razones obvias.
Dado el poder que teníamos los más antíguos, era un hecho súmamente excepcional que alguno de nosotros lleguemos a ser destruídos. Sólo los más jóvenes, y entre ellos, los que aún no habían alcanzado nuestro mundo, eran lo suficientemente indefensos. Y cada vez que se destruía a un individuo, el poder del espíritu al que pertenecía se debilitaba, y con él se debilitaban los demás. La estrategia era obvia: atacar a los Egl para debilitarlos y así obstaculizar la búsqueda de los condenados. Sólo la percepción de los Egl era eficiente para encontrarlos.
Thorn volvía a tomar la palabra. En ese momento Anasha se dirigió a mí, confiándome algo que no se podía confiar al concejo, para evitar en lo posible que los Khols se enteren de nuestros movimientos.
--Hay una niña, Lothièn. Tal vez ésta sea su última vida como humana. Está casi preparada para venir a nuestro mundo. Siento que ella es su primer objetivo. Necesito tu ayuda.-- Noté un sentimiento muy peculiar en sus palabras, y pude comprender su origen.
--¿Es una Egl?-- La respuesta era obvia, pero quería saber más del asunto.
--Sí. Y es muy importante para mí...
sábado, setiembre 23, 2006
VI. Egl
El viento era fuerte y muy frío. Pero a Anasha le gustaba. Además cuando el tiempo estaba así podía subir al cerro y hacer lo que tenía que hacer sin que se acercara ningún humano. En esas circunstancias nadie más que ella se atrevía a subir.
Se paró sobre la escalinata de la capilla, observando el horizonte hacia el oeste. El sol estaba por quedar totalmente oculto detrás del mar. O mejor dicho, detrás de la difusa lengua de tierra a unos cuarenta kilómetros de distacia.
Abajo se veía la ciudad del alquimista. Miró hacia el norte. Un cerro que semejaba el lomo de un enorme animal tapaba la visión. Algo más a la izquierda, y más lejos, se veía otro cerro coronado con una enorme cruz, que a la distancia parecía muy pequeña.
Anasha se aseguró que no sentía la presencia de ningún humano. Se irguió hacia el oeste, estiró sus brazos hacia los lados, en forma de cruz, y espero el primer golpe de viento frontal.
Cuando éste llegó, Anasha se inclinó hacia adelante. Parecía que iba a perder el punto de apoyo y precipitarse hacia el vacío, cuando su cuerpo de forma humana comenzó a transformarse rápidamente. Y el mismo viento sostuvo todo el peso de su cuerpo, al encontrar la resistencia de unas enormes alas pardas emplumadas que ya no eran brazos.
La transformación se completó y el cuerpo de un ave de gran tamaño se elevó por acción del fuerte movimiento de aire. Tomó velocidad lanzándose en picada hacia abajo, en paralelo a la ladera del cerro. Este ejercicio la deleitaba. Luego se elevó a gran altura, y comenzó su vuelo hacia poniente.
Atrás, cerca de la capilla, una niña de unos 10 años había quedado algo asombrada luego de asistir a semejante espectáculo. Una hora después, ya había bajado del cerro y entraba a su casa. Su padre miraba la televisión en el living.
Se sentó a su lado y lo abrazó. Él hizo lo mismo sin despegar la mirada de su objeto de atención. Luego de unos minutos en silencio, llama la atención de su padre.
--Papá, ¿qué es un egl?
--¿Un qué?
--Un egl.
--¿Águila?
--No, egl.
--No sé, mi amor. ¿Dónde viste esa palabra?
Pensó un momento la respuesta. No la sabía. Sólo sabía que esa palabra le había retumbado en la cabeza, junto con varias imágenes que no sabía cómo describir, cuando estaba en lo alto del cerro a unos metros de aquella extraña mujer que luego...
--No sé, se me ocurrió. No importa.
Se despegó de su padre y se fue a sentar junto al hogar. Se quedó pensando mientras miraba el fuego y sentía el calor en su rostro.
--¿Te pasa algo, Andreia?-- Preguntó su padre. --Estás rara.
--Sí, todo bien, papá.
Se paró sobre la escalinata de la capilla, observando el horizonte hacia el oeste. El sol estaba por quedar totalmente oculto detrás del mar. O mejor dicho, detrás de la difusa lengua de tierra a unos cuarenta kilómetros de distacia.
Abajo se veía la ciudad del alquimista. Miró hacia el norte. Un cerro que semejaba el lomo de un enorme animal tapaba la visión. Algo más a la izquierda, y más lejos, se veía otro cerro coronado con una enorme cruz, que a la distancia parecía muy pequeña.
Anasha se aseguró que no sentía la presencia de ningún humano. Se irguió hacia el oeste, estiró sus brazos hacia los lados, en forma de cruz, y espero el primer golpe de viento frontal.
Cuando éste llegó, Anasha se inclinó hacia adelante. Parecía que iba a perder el punto de apoyo y precipitarse hacia el vacío, cuando su cuerpo de forma humana comenzó a transformarse rápidamente. Y el mismo viento sostuvo todo el peso de su cuerpo, al encontrar la resistencia de unas enormes alas pardas emplumadas que ya no eran brazos.
La transformación se completó y el cuerpo de un ave de gran tamaño se elevó por acción del fuerte movimiento de aire. Tomó velocidad lanzándose en picada hacia abajo, en paralelo a la ladera del cerro. Este ejercicio la deleitaba. Luego se elevó a gran altura, y comenzó su vuelo hacia poniente.
Atrás, cerca de la capilla, una niña de unos 10 años había quedado algo asombrada luego de asistir a semejante espectáculo. Una hora después, ya había bajado del cerro y entraba a su casa. Su padre miraba la televisión en el living.
Se sentó a su lado y lo abrazó. Él hizo lo mismo sin despegar la mirada de su objeto de atención. Luego de unos minutos en silencio, llama la atención de su padre.
--Papá, ¿qué es un egl?
--¿Un qué?
--Un egl.
--¿Águila?
--No, egl.
--No sé, mi amor. ¿Dónde viste esa palabra?
Pensó un momento la respuesta. No la sabía. Sólo sabía que esa palabra le había retumbado en la cabeza, junto con varias imágenes que no sabía cómo describir, cuando estaba en lo alto del cerro a unos metros de aquella extraña mujer que luego...
--No sé, se me ocurrió. No importa.
Se despegó de su padre y se fue a sentar junto al hogar. Se quedó pensando mientras miraba el fuego y sentía el calor en su rostro.
--¿Te pasa algo, Andreia?-- Preguntó su padre. --Estás rara.
--Sí, todo bien, papá.
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