viernes, mayo 22, 2009

Espejo de Cuerpo Entero

No tengo idea de quién es este relato, pero lo había leído hace años, lo estuve buscando mucho tiempo por la web, pregunté a personas que estoy seguro lo tenían que conocer, pero nadie lo recordaba.

Hoy finalmente lo encontré en la web con la cadena de búsqueda correcta.

No sé si no estará inspirado en la novela de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray.





Espejo de Cuerpo Entero

Hoy subí al viejo desván, son ya cuatro años desde que olvidé ahí el espejo. Aún recuerdo la noche en que lo cubrí, estaba dispuesto a romperlo, no me hubieran detenido ni siquiera siete años de mala suerte, pero entonces recordé tu reflejo de cuerpo entero, y decidí olvidar el espejo en este lugar.

Recuerdo aquel viejo anticuario que me lo vendió, lo sacó de un rincón obscuro de aquella tienda, estaba lleno de polvo, y mientras me convencía para comprarlo, me aseguraba que ese espejo no solo reflejaba nuestra imagen en el universo opuesto, sino que también era la puerta a nuestras almas. El anticuario me contó que el espejo provenía de Egipto y era de una antigüedad incalculable.

Pero no fueron las palabras del hombre las que me convencieron a comprar el espejo, fue el extraño brillo que poseía. Brillaba como la primera estrella del anochecer, a la que se supone concede un deseo al que la ve. Aun debajo del polvo, su brillo resaltaba, y su marco de ébano, con los tallados mas extraños y exóticos que la imaginación de su creador podia haber concebido. Lo coloqué en la sala de mi casa, era en extremo pesado, incluso para su tamaño, por lo que tuve que colgarlo con una cadena a la pared, que sería su lugar de reposo final. Extasiado con mi nueva adquisición, pasaba horas y horas fascinado mirándolo desde diferentes ángulos, sin mirarlo nunca de frente. Su marco era perfecto, tenía figuras humanas de mujeres, que sin duda salieron de la inspiración del artista que creo el marco. El detalle era increíble.

Había también muchos rostros, algunos felices, pero otros reflejaban una angustia indescriptible. El vidrio del espejo, era negro, pero las cosas que estaban alrededor se reflejaban nítidamente en él. Una madrugada, luego de una de aquellas noches que parecen no tener fin, llegué a la casa con Rubén , un viejo amigo de mis años de universitario, que estaba por demás intrigado con el espejo, ya que sin una pizca de charlatanería, le conté sobre aquel prodigio de espejo.

La luz de la luna caía sobre él cuando llegamos, y ésta, reflejada en el obscuro cristal del espejo, le daba un aire lúgubre al salón. Entonces encendí las luces y Rubén se puso en frente del espejo. Pude ver su reflejo sobre él, era, como es de esperarse, una copia exacta de mi amigo. Pero de pronto algo pasó. La imagen del espejo sufrió una macabra transformación, su rostro se tornó amarillo, como si el tiempo hubiera pasado en un segundo para mi amigo, en lugar de sus ojos dos cuencas vacías resaltaban en el espejo, y su cuerpo era el de un anciano.

Rubén palideció, y todo el licor que había ingerido junto a mi se evaporó ante esa visión. Entonces retrocedió y yo sentí que un sudor frío atravesaba mi cuerpo, no comprendía que ocurría!! Sólo entonces las palabras del anticuario tuvieron razón para mí, aquel espejo era en verdad la puerta del alma, y pensé que aquel horrendo ser que veía reflejado en el espejo era el alma de mi amigo. Rubén salió presuroso de mi casa, presa de sabe Dios que temores, tal vez huyendo de su conciencia reflejada en el espejo.

Me dijo que no quería volver a saber nada de mí y que clase de broma macabra le había jugado. Fue el primero de muchos que luego me dirían lo mismo.

Espere el amanecer en vela, el recuerdo de lo vivido no me dejó dormir, y miles de pensamientos cruzaban por mi mente a la velocidad de la luz. Cuando llegó el día decidí no mirar mi reflejo en aquel espejo, pero traería gente, a la que yo pensaba se merecía mirar su miseria y miraría el resultado.

Muchos pasaron frente al espejo sacerdotes, poetas, y miré en él la verdad de sus almas, muchos de ellos jamás me volvieron a tratar y otros me tomaron por loco cuando les dije que ese era el reflejo de su alma. Pero jamás olvidaré aquella ocasión en que dí una fiesta en mi casa. Para ello moví el espejo hacia mi estudio, que era, para mí, un cuarto de meditación, y por ello estaba lleno muchos de cirios y candelabros de todo tipo.

Para esto mande fabricar un soporte de madera del mismo color del marco del espejo. Para evitar reflejarme en el mientras lo acomodaba en su nuevo lugar, lo cubrí con esta misma manta negra que ahora estoy a punto de retirar.

La fiesta empezó, llegó toda clase de gente, poetas, publicanos, músicos, vegetarianos pintores e hipócritas, en fin mi casa parecía un mosaico de gente, aquella noche me sentí feliz, pues había un mar de almas para escoger.

Casi al fin de la fiesta, elegí a Santiago, quien era, un puritano a carta cabal, católico, creyente y practicante, filántropo y caritativo como ninguno, y según decían todos, una alma noble.

Fue el último invitado de la fiesta, y para evitar que se retirase, le distraje con preguntas sobre las Sagradas Escrituras, y con algo de polémica en la conversación, conseguí que se quedara a tomar un té. Fue entonces cuando le hablé del espejo.

Le conté del color de su cristal, de su extraño marco y la exactitud de su tallado. Él, extasiado con mi narración me pidió que se lo mostrase.

Entramos al estudio, la obscuridad devoraba el ambiente cuando encendí un cirio que estaba sobre un candelabro y luego procedí igual que con los demás. A la luz del último cirio el cuarto tomo un aspecto de sobriedad, debido tal vez a los cirios y a la multitud de libros que nos rodeaban.

Me adelanté para mostrarle el espejo, pero él insistió en descubrirlo por su cuenta. Esta vez la transformación fue inmediata. Su reflejo era escalofriante, no tardo en parase frente al espejo, cuando su reflejo se transformó en un ser cuya cabeza tenía cuernos, su cuerpo se llenó de escamas , sus piernas desaparecieron y en su lugar aparecieron un par de piernas de cabra.

Un par de alas repugnantes crecieron en su espalda, mientras una horrenda cola se movía detrás de él, al otro lado del espejo.

Hay ocasiones en las que nuestros sentidos nos engañan y las ilusiones toman nuestra alma y nos llevan al borde mismo de la demencia, y la mente de mi amigo sucumbió en aquel mar de rabia.

Tal vez yo fui salvo en ese momento, porque desde hace algún tiempo que mi alma navegaba ya en ese mar de alucinaciones y visiones de lo terrible.

No he vuelto a saber de él, creo que fue internado en alguna institución mental, presa de un descomunal pánico a los espejos, que ninguno de los galenos que le trataron pudieron descubrir.

Cuántas personas descubrieron su verdad, o mejor dicho la recocieron frente aquel extraño cristal, que sólo Dios sabe por quién fue creado, y con qué extraños propósitos.

La locura invadió mi mente, y sentí que la soledad me carcomía lentamente, pero era consciente a pesar de todo que yo mismo me la busqué, al mostrarles a ellos mi obscura posesión. En medio de esos extraños reflejos que la soledad puso en mi mente, llegaste Tú. Cuánta alegría llego a mí, cuánta paz le diste a mi vida, pero me dí cuenta tarde que tan solo eras un espejismo en mi mente.

Dejé el espejo en mi estudio y siempre lo mantuve cubierto. Desde el día mismo en que llegaste a mi vida juré nunca más mostrárselo a nadie, y lo cumplí.

Pero un día quiso la fatalidad que tu entraras por accidente al estudio. Sentiste curiosidad por aquel extraño bulto y lo descubriste. Fue tarde ya cuando entré. Tu estabas frente al espejo, y yo asustado corrí hacia tí y miré tu reflejo de cuerpo entero. Eras Tú , solo Tú, tan pura y tan real como solo a tí te pude sentir, tu rostro se veía perfecto en el reflejo, tu sonrisa se veía tan hermosa como tu cuerpo, y dentro del marco, parecías una de las mas hermosas ninfas de la pintura renacentista.

Fue entonces cuando tocaste el espejo, y este empezo a brillar con luz propia, era blanca y bañaba todo tu ser. Noté horrorizado cómo poco a poco el espejo te absorbía, oh Dios! luché por llegar hacia ti, pero una fuerza extraña me impedía moverme desde el lugar en el que estaba. Cuánta luz había en el cuarto mientras tu desapareciste al otro lado del espejo.

No se por qué hoy decidí ver mi reflejo, tal vez espero que aquella extraña fuerza me arrastre y me lleve junto a tí. Ahora he descubierto el espejo, y llevo ya mucho rato frente a él, pero no entiendo!, Dios! No se que ocurre! Por mas que me esfuerzo no puedo ver mi reflejo en el espejo!