martes, octubre 17, 2006

el monstruo de loch ness: misterio resuelto



Viendo la anterior figura, de repente me iluminé y resolví el misterio del monstruo del lago ness: es un barco vikingo fantasma que navega por el lago desde la época de las invasiones normandas.

lunes, octubre 16, 2006

Walking in the Air (Nightwish - Oceanborn)

We're walking in the air
We're floating in the moonlit sky
The people far below are sleeping as we fly

I'm holding very tight
I'm riding in the midnight blue
I'm finding I can fly so high above with you

Far across the world
The villages go by like trees
The rivers and the hills
The forests and the streams

Children gaze open mouth
Taken by surprise
Nobody down below believes their eyes

We're surfing in the air
We're swimming in the frozen sky
We're drifting over icy
Mountains floating by

Suddenly swooping low on an ocean deep
Arousing of a mighty monster from its sleep

We're walking in the air
We're floating in the midnight sky
And everyone who sees us greets us as we fly

jueves, octubre 12, 2006

VIII. El Portal

Emsis vivía solo en el desierto desde hace ya tantos años que no recordaba. Algunas circunstancias eran las que lo obligaban a vivir así. Una, que el mundo se había vuelto muy violento desde la catástrofe de su planeta, hace tal vez...¿un siglo? Otras eran algunos de los secretos que guardaba.

Su vehículo todoterreno negro descansaba sobre las rojizas arenas que reflejaban el color del sol, en una depresión de la superficie del desierto que semejaba un cráter de unos cien metros de diámetro.

Muchas veces se preguntaba por qué vivía ahí, en ese "cráter" de arena, cuando fácilmente podía vivir en el ambiente que se le antojara. Pero siempre se respondía lo mismo: era ese ambiente el que le gustaba, y la soledad no le molestaba. Al fin y al cabo ya se había acostumbrado a ella, y a la libertad que le daba. ¿O tal vez había sufrido mucho el contacto con sus semejantes?

A pesar de su edad, parecía tener apenas unos treinta años. Tenía una larga cabellera negra y barba abundante, del mismo color. Altura media y una buena estructura muscular. Sólo vestía un boxer y un calzado de cuero para proteger los pies del calor de la arena.

Hoy parecía que iba a ser un día más de tranquilidad. Esperaba a la noche para hacer sus observaciones astronómicas rutinarias. En dos horas más el sol se ocultaría. En el momento en que esto sucediera, de un minuto a otro el tórrido aire se convertiría en un frío insoportable que obligaba a llevar gruesos abrigos de piel y taparse el rostro.

Emsis sintió unos gritos de guerra que venían de algún punto más allá de los muros de la depresión, a su derecha. Cuando miró en esa dirección, un niño y una niña ya estaban descendiendo por la ladera del cráter, a unos cuarenta metros de distancia. Corrían desesperados, escapando.

Cuando lo vieron cambiaron su dirección y se volvieron hacia él. Los gritos se seguían escuchando, cada vez más fuertes. Aún no se veía a los individuos que los emitían. Pero Emsis reconoció el dialecto. ¿Qué hacían tan lejos de su pueblo? Introdujo una llave en una cerradura, acercó un ojo al detector de retina, abrió el portal, y le hizo señas a los niños para que se introdujeran en él. Instantes después una decena de individuos aparecieron en el umbral de la depresión.

Ya estaban a distancia de tiro de sus primitivas armas. Emsis corrió a su vehículo y tomó una pistola. Luego volvió hacia el portal y comenzó a disparar hacia ellos para darle tiempo a los niños a que se introdujeran en él.

Tres de los perseguidores cayeron. Los niños alcanzaron el interior del portal. Emsis lo cerró rápidamente, pero no le dió tiempo para asegurarlo. Una lanza había atravesado su corazón y su cuerpo se desplomó en la arena.

Los perseguidores miraban con sorpresa lo que había a su alrededor: los únicos artefactos tecnológicos que habían visto en sus vidas ya no funcionaban. Pertenecían a épocas anteriores a ellos. Uno abrió el portal. Se quedó anonadado: del otro lado sólo estaba la pared de arena del cráter. Se miraron entre sí. Miraron al individuo muerto que yacía junto a la puerta, con una lanza atravesada. Uno de ellos le quitó el arma que tenía en su mano, la miró y apretó el gatillo disparando hacia el vacío, con un fuerte estruendo que hizo que los demás se alejaran unos pasos. Ya había visto armas similares, oxidadas y sin proyectiles. Disparó hasta que se vació. Todos se acercaron a él con curiosidad. Y querían jugar también. Pero el juguete ya no funcionaba.

Decidieron que ya no tenían más nada que hacer ahí. Ni siquiera sabían cómo utilizar el vehículo. Así que se volvieron sobre sus pasos, llevándose consigo a sus muertos.

Media hora después Emsis reaccionaba. Se quitó con gran trabajo la lanza de su cuerpo, sintiendo un enorme dolor al que ya estaba acostumbrado, y volvió a desvanecerse. Casi tres horas después, volvió a despertarse, sintiendo un frío que le quemaba el cuerpo. Ya había llegado la hiriente noche del desierto. Casi en un reflejo corrió hacia el vehículo y se abrigó. Luego empezó a recordar todo lo que había sucedido...¡los niños!

Volvió hacia el portal, lo cerró, giró una cerradura. Luego otra. Lo abrió, se introdujo y lo cerró detrás de él. Los vió, asustados.

Emsis los dejó un momento y fue a lavarse la sangre seca en su cuerpo. Sus tejidos se habían regenerado totalmente. No quedaban ni cicatrices de la mortal herida.